[ home | El Ferrero | Toponimia | Hórreos y Paneras | Agradecimientos[contacto] ]
 
1. Semblanza 2. Guerra Civil Española 3. Francia 4. Prisión Central de Nimes 5. La liberación de Fiox 6. La Batalla de la Madelaine 7. Guerrilla urbana madrileña 8. Detención y fusilamiento 9. Reacciones extrangeras 10. Post Morten 11. Carta a su Partido y a su Pueblo
 

LA LIBERACIÓN DE FOIX

La segunda proeza de Cristino consistió en la toma de la ciudad de Foix, capital de Ariege, el 19 de agosto de 1944.

La Resistencia ordena a la 3ª División de Guerrilleros que conquistara la ciudad, un auténtico hervidero nazi, y Cristino se pone inmediatamente a elaborar el temerario plan. Piensa ejecutar la maniobra con el ataque simultáneo de sus tres batallones, pero, a la hora de iniciarlo, solamente cuenta con una unidad. Las otras tres marchaban a pie, debido a extrañas y coincidentes averías de los transportes.

Decide realizar la operación a pesar del contratiempo, sirviéndose del único batallón disponible, el de Abascal, a reserva de emplear los tres restantes cuando llegaran—si llegaban—a Foix. Con tan reducidos efectivos, pone en táctica una antigua táctica de diversión, empleada por el hombre desde que las guerras son guerras sin haber logrado, no obstante, que escarmiente: fingir un ataque por una zona y descargar el golpe en otra. Cristino deja que un pequeño grupo, con alto poder de fuego, atacara el puente a la entrada de la ciudad, sólidamente defendido por los alemanes, hasta convencerles de que la ofensiva llegaba por aquel sector.

Nada más los alemanes refuerzan la posición atacada a expensas de los demás, lanza el resto de grupos contra las otras posiciones, a la sazón debilitadas, con lo que provoca un gran desconcierto y logra una aparatosa retirada. Se repliegan todos en el Liceo—usando el centro de enseñanza como cuartel general—y en él se hacen fuertes. A Cristino le falta dotación para sostener el cerco formal del Liceo y manda que Abascal salga a por municiones, mientras él se sostiene con el resto de la gente.

Una muchacha telefonista, empleada en la PTT local, viene a avisar al jefe de la División que los alemanes han pedido refuerzos y que sale de Tarascón un tren hacia Foix. Aquí se produce algo que el cronista tiene que creer porque son muchos los papeles que lo atestiguan: Abascal y los tres hombres que con él van inutilizan el tren e inmovilizan los refuerzos que en él llegan, cazándoles en la estación con disparos de ametralladora y granadas de mano; hasta que los restantes ya se apean del convoy con los brazos en alto, previamente arrojadas las armas. Así, inesperadamente, les cae aquel refuerzo en armas y municiones que tanto necesitan. “De película”, dirá el escéptico lector. Lo corroboro. Y añado que esto es sólo el principio.

Mientras llegan a Foix los otros tres batallones, someten el Liceo a fuego de mortero, siempre sin dejarse ver de los alemanes, solamente dejándose sentir, y pronto ondea una bandera blanca en el asta del edificio. Los prisioneros pasan a engrosar el número de los que se habían rendido en la estación unos instantes antes. Por el bando alemán, 80 muertos y heridos y 200 prisioneros. Por la Resistencia, dos guerrilleros muertos y otros dos heridos.

Muchos de los prisioneros alemanes hubiesen preferido la muerte a la vergüenza de tener que desfilar por las calles de Foix entre sus vencedores, un puñado de astrosos “terroristas”, que se habían atrevido a derrotar a un destacamento de la Wehrmacht.

Este relato está sacado íntegramente del libro “La diáspora republicana” de Avel-lí Artís-Gener en su apartado “ Un guerrillero asturiano llamado Cristino”.

 

 

   
 

[siguiente][Cristino García] [atras]